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 Personaje(s): Izumi Reiji, Takayama Mikiya
Pairing: Reiji/Mikiya
Rating: NC-17

Tsumi

(Pecado)

 

Izumi estaba intentando.

De verdad, intentaba. Pero Mikiya no lo estaba haciendo fácil para él.

Había pasado desde un poco la hora del almuerzo, y la mayoría de los residentes estaban en el salón, tranquilos.

El menor le había agarrado el brazo, tratando de no llamar la atención, y lo había arrastrado dentro una de las habitaciones vacías, haciendo oídos sordos a sus protestas.

Antes que pusiera preguntarle qué intenciones tuviera, se había encontrado con la espalda contra el colchón, y Mikiya que subía a su lado en la cama desprovista de sábanas, yendo rápido hacia los pantalones deportivos que Reiji llevaba para trabajar.

“Miki, ¿Qué demonio...?” dijo, murmurando, mientras el menor le bajaba rápido los pantalones y los calzoncillos, sentándose a horcajadas en sus rodillas, con movimientos suaves.

Y, a pesar de que la situación fuera por lo menos surreal, Reiji no puso evitar de sentir un temblor bajo su columna.

Estaba... encantado, en cierto modo.

No que Mikiya no se hubiera mostrado proactivo antes, por lo contrario; sin embargo, durante el trabajo siempre había tratado de tener una cierta discreción, como podía.

Sabía lo que arriesgaba.

Ahora parecía no importarle, parecía que estar allí con él en ese momento superara el miedo de ser descubiertos, el miedo para las consecuencias.

Parecía malditamente excitado, y verlo así no podía qué excitar a Izumi también.

“Relájate, Rei... ninguno vendrá a buscarnos, al menos por un poco de tiempo.” le dijo el menor, como respondiendo a sus dudas.

Reiji hizo muecas y levantó una ceja.

“Pues será mejor que te apresures, ¿no?” contestó, sugerente, haciendo reír el menor.

Takayama pasó lentamente la mano en la parte descubierta de la pierna de Izumi, lascivo, rozándolo y llegando hasta la entrepierna, antes de mover a la otra pierna, evitando cuidadamente el contacto con su erección, que se había hecho ya dura esperando algo más.

Mikiya repitió ese pasaje unos momentos más, antes de llevar la mano a la polla de Izumi, moviéndola rítmicamente, acariciándola distraídamente con los dedos, pasándolos en la punta, tratando de hacer todo lo que podía para llevarlo al límite, porque el mayor no pusiera contenerse.

Y estaba increíblemente bueno, Reiji tenía que admitirlo.

Sentía esa mano moverse en él, y todo lo que quería hacer era gritar.

Agarró la almohada en una mano, apretándola, llevándola a la boca y mordiendo para sufocar gemidos demasiado altos, cerca de ser gritos, los que los habrían hecho descubrir, y lo más mordía, lo más clavaba las uñas, lo más Mikiya apretaba su agarre en él, iba más rápido, parecía entretenido por la operación de llevarlo al borde de su resistencia.

Reiji estaba a punto de correrse, un poco más.

Estaba ya pregustando el orgasmo que estaba para llegar, estaba ya listo a morder la almohada más fuerte para evitar de ser oído, cuando improvisamente Mikiya se paró.

Se sentó de escalón, mirándolo con aire casi enfadado y decididamente enojado por el orgasmo negado.

Mikiya sólo se encogió de hombros, volviendo a su lado y comenzando a bajar lentamente el cierre de sus pantalones, malicioso.

“Maldita sea, Miki... no tenemos tiempo para...” empezó a decir el mayor, aún bastante enojado, pero Mikiya no lo escuchó y se liberó rápido de su ropa.

“Anda ya, Rei. Tenemos un poco de tiempo, y yo quiero mi parte también. No decirme que la idea no te atrae.” le dijo, descansándose de costado con la cabeza apoyada en una mano, y una sonrisa en la cara que expresaba tanta lascivia de excitar a Izumi aún más, si posible.

“Eres un diablo, Miki, ¿sabes?” murmuró, desplazándose en la cama así que estuviera detrás de él. “Estamos en el tiempo de trabajo, y no deberíamos.” dijo luego, en la blanda tentativa de convencer a sí mismo que fuera equivocado.

Pero no iba a servir de nada, de todas formas. Estaba demasiado excitado para pararse ahora.

Mikiya se encogió de hombros, poco interesado.

“Significará que por una vez podrías hacer el pecador. Siempre te aferras tanto a las reglas, Rei... no es gracioso romperlas, ¿de vez en cuando?” preguntó, con una sonrisa.

Izumi sonrió de vuelta, empezando a acariciarle bajo la columna, de forma provocante.

Si quería jugar, había equivocado persona.

Bajó la mano hacia sus nalgas, llegando a su abertura y empujando con determinación dos dedos dentro de él, de manera casi brutal, tanto que en ese momento fue Mikiya que necesitó la almohada para sofocar el grito de dolor.

Izumi no se preocupó, y movió rápido los dedos, preparándolo con poca pericia, antes de levantarle una pierna, tirarla hacia la suya y sustituir los dedos con su erección, penetrándolo con un movimiento corto.

Tuvo, al menos, la cortesía de quedarse lo bastante para que el menor se habituara a la intrusión brutal, y dejó que pasaran unos minutos antes de comenzar a empujarse dentro de él, oyendo los lamentos de dolor de Mikiya lentamente hacerse gemidos de placer más y más altos, más y más involucrados.

“Rei...” gimió en alta voz, en tono casi desesperado. “Tócame.” añadió, y el mayor no puso que complacer, llevando la mano a su erección, moviéndola rápido, consciente que no iba a durar mucho tiempo.

Sintió Mikiya temblar un poco a sus empujones y fue más rápido, inclinando la dirección así de penetrarlo más profundamente, sin darle respiro, hasta que no lo sintió correrse en su mano, siempre sufocando un gemido más alto que los precedentes. 

Se concedió una rápida sonrisa antes de agarrarle la cadera, tirándolo contra de sí casi con violencia y volviendo a moverse.

Unos empujones más y llegó al tanto deseado orgasmo, mordiéndole el hombro para amortiguar un grito, seguro de haberle dejado huella.

Luego lo dejó y salió rápido de él, esperando unos segundos hasta que no fue seguro que sus piernas iban a sostener su peso antes de ponerse en pie, arreglándose la ropa y echando una mirada al menor, quien se había en cambio quedado en la cama, inerme.

“Está bien que te he dicho que por una vez podía hacer el pecador, Rei.” le dijo, su voz afectada. “Pero no te había dicho que estaba bien matarme.” se lamentó, provocándole una risa al mayor.

“Como si no te hubiera gustado, Miki.” le hizo notar, dándole un golpe en la cadera, como para decirle de levantarse.

Takayama hizo una mueca de dolor mientras se vestía, pero no comentó, ni Izumi insistió más.

Al final, podía jugar a hacer el inocente como creía, pero Reiji sabía bien que entre los dos, el pecador estaba decididamente Mikiya.

Y eso, lo hacía definitivamente enloquecer.

 

 

                                                                                               

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