[Mou ichidou kimi ni propose]Algo mejor
Pairing: Haru/Yuki
Rating: NC-17
Algo mejor
Haru bajó el asiento, dejando que Yuki recayera sobre de él.
Todavía llevaba su camisa, deshecha, y Haru se extendió adelante, tomando un pezón en su boca, mordiéndolo, riendo cuando lo oyó gemir sonoramente.
Tenían que hacer de prisa, no tenían tiempo para juegos.
Tratando de moverse lo más ágilmente posible en el estrecho espacio del habitáculo, terminó de desvestirlo, poniéndose con poca delicadeza dos dedos en boca y pues empezando a prepararlo.
Lo habría evitado con mucho gusto, pero no tenía intención de oír las infinitas quejas del menor si lo hubiera hecho.
Cuando creyó de haber hecho bastante se bajó los pantalones y el bóxer tan de liberar su erección, empujando dentro de Yuki con un gesto áspero, deleitándose de su grito sufocado, su silueta escondida por la sombra del coche, su expresión entre dolor por la intrusión y placer por la misma.
Se movió pronto, rápido, en manera casi frenética.
Estaban en una calle poco frecuentada, especialmente a esa hora, pero no tenía gana de arriesgar.
Envolvió la polla del menor con su mano, hasta que Yuki no llegó al orgasmo.
Se quedó casi encantado a mirar esa expresión de puro deleite, y gracias a esa se corrió poco segundos atrás, sufocando un grito en su mano.
Menos de quince minutos atrás, mientras el menor lo llevaba a casa, el silencio reinaba en el habitáculo.
Haru estaba angustiado.
Sabía que no habrían debido, y se lo repetía cada vez que se encontraban, cada vez que ese coche tenía el olor de sus cuerpos y de sexo, y se pegaba a su piel y a sus ropas sin que él podía hacer nada para lavarlas.
Habrían tenido que quitar de verse después que Kanako había recuperado su memoria, después que su matrimonio había vuelto a ser una unión feliz, al menos aparentemente.
Pero la angustia que sentía nunca era tanta cuanta la gana de ser con Yuki, cuanta la gana de tocarlo a ser tocado, cuantas las sensaciones que tenía éxito de sentir solo cuando estaba con él, las que ya no podía sentir con Kanako.
El joven paró el coche, y Haru salió sin decir una palabra.
No había hecho que pocos pasos, antes de girarse y abrir de vuelta la puerta.
“¿Nos hablamos mañana?” le preguntó, suspirando, porque no tenía éxito de irse, porque no podía evitar de pensar ya a la próxima vez en que iban a verse.
Y Yuki asentí, como hacía siempre, porque presa de esa misma angustia había buscado algo mejor con que callar su culpa.
Haru entró en casa, con su mejor sonrisa.
Si un día iba a pagar el precio de sus pecados, quería tener algo que valía pagar.