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Pairing: Miyamoto Haru/Taniyama Yuki
Rating: NC-17
Betsu no tsumi
(Otro pecado)
Nunca Haru habría creído de poderse encontrar en una situación así.
Cuando esa noche había vuelto a casa del trabajo, se había sentido particularmente cansado.
Había recuperado una cerveza del frigorífico y se había sentado en el sofá, apoyando la espalda contra de eso y suspirando.
No era el trabajo al final, y lo sabía.
Desde hace semanas estaba cansado, desde hace semanas no tenía éxito de descansar como tendría que haber hecho.
Estaba mentalmente cansado, y entendía perfectamente las razones.
Estaba pensando en lo que hacer para hacer su noche un poco meno deprimente, cuando oyó el timbre tocar.
Un poco titubeante, y evaluando quien pudiera estar del otro lado de la puerta, fue a responder.
Entre las opciones que había considerado, no estaba Yuki.
No sabía como hubieran acabado en esa situación, pero al menos tenía que haber imaginado que la presencia del chico en esa casa no podía ser buena.
Se había rendido, y aun quisiera seguir diciendo a sí mismo que sólo lo había hecho porque tomado por sorpresa, no podía negar cuando le gustara.
Yuki lo estaba tocando.
Despacio, casi tuviera miedo.
Le tocaba las caderas, bajo la camiseta, con caricias ligeras y los dedos que le rozaban la piel casi temiera un rechazo cada momento.
Y Haru de verdad quería tener éxito de no pensar, pero no podía evitar de notar como toda la bravuconería de Yuki, toda su presunción y también su expresión constantemente fruncida hubieran desaparecido, dejando lugar a un chico asustado.
No tendría que hacerlo, Haru, de verdad.
Pero le gustaba el toque de esas manos, le gustaban esos ojos vacilantes, la manera como el chino parecía no tener el coraje de osar un poco más, y se quedaba allí, acariciándolo en espera.
Y Haru le complació, porque aun pensando que mereciera su provocación, no podía pensar de poder resistir, no en ese momento, no cuando todo lo que podía pensar eran esas manos, y que no quería que se pararan.
Lo empujó hacia la mesa del salón, dejando que golpeara contra de esa y besándolo con un gesto firme, casi brutal.
No quería ni tendría que hacerlo, pero había algo en Yuki que encontraba irresistible, sin saber lo que fuera.
Y probablemente no habría dignificado ese deseo, diciéndose que sólo estaba mucho tiempo desde hace que no tenía sexo, pero no habría sido suficiente a justificar esa urgencia que sentía, esa gana de tocarlo, desnudarlo, poseerlo, esa lujuria que lo había tomado en el exacto momento cuando el menor había mostrado sus intenciones.
Se puso a deshacer los botones de su camisa, siguiendo con la boca el camino de las manos, besándolo a lo largo del esternón, moviéndose a lamerle un pezón, bajándose más y más, deshaciéndole el cinturón y levantando los ojos hacia de él.
Yuki estremecía, y parecía que fuera incómodo a mirarlo en los ojos.
Pero empujaba las caderas en su dirección, casi inadvertidamente, y Haru podía sentir su erección bajo el tejido de los pantalones, la acarició despacio, antes de liberarlo también de esos y de los calzoncillos, mientras el menor parecía no ser capaz de dejar de mirarlo.
Luego pareció tener más coraje y se puso en pie, invirtiendo las posiciones y repitiendo con él todo lo que Haru acababa de hacer, hasta que el mayor también no fue despojado de su ropa; en ese momento Yuki se bajó despacio con las rodillas en el suelo, respirando hondo y llevando la lengua a su polla, en una tentativa torpe, pero más que eficaz.
Miyamoto cerró los ojos se mordió un labio, dejándose llevar por la sensación de la boca del menor.
Tenía que concentrarse en esa, tenía que no pensar en lo que estaba haciendo, en las implicaciones, en como iban a seguir mirándose en los ojos cuando todo hubiera acabado.
Yuki lo tomó todo en boca, y si en su mente había estado lugar para algunos pensamientos residuos, en ese momento desaparecieron todos.
Llevó la mano al pelo del chico, extendiendo las caderas hacia sus labios, gimiendo bajo mientras él se movía, siempre con indecisión, pero teniendo éxito de hacerle perder pronto el control.
Estaba a punto de correrse, cuando lo alejó con un movimiento brusco.
Le sonrió, poniéndose en pie y volviendo a las posiciones originarias, llevando los dedos a sus labios y empujando para que los abriera, para que empezara a lamerle las yemas y las falanges, hasta que Haru no lo consideró suficiente y las sacó de su boca, mirándolo directo a los ojoso mientras llevaba la mano entre sus piernas.
“Va a... bien, va a doler.” le dijo, frunciendo el entrecejo, mientras el menor lo miraba con aire desdeñoso.
“Muévete.” siseó en respuesta, abriendo las piernas para darle más espacio para hacerlo.
Cuando el primero dedo deslizó dentro de él hizo una mueca enojada, pero no emitió un sonido.
Haru se puso a prepararlo despacio, tratando de no herirlo, pero no estaba tan simple cuando todo lo que quería hacer era tomarlo en ese instante, sin preocuparse de su dolor, sin preocuparse de lo que sentía, y encontrando satisfacción en ese cuerpo.
Pero no iba a hacerlo. No estaba aún a ese punto, aún no había llegado a su límite.
Acabado de prepararlo, empujó despacio dentro de él, dejando que el menor le mordiera un hombro para sofocar un gemido de dolor, sin pararse hasta que no fue enteramente dentro de él, hasta que casi no se sintió sofocar por el calor de su cuerpo.
No le dio que unos minutos de paz antes de comenzar a moverse, inicialmente despacio, con empujones regulares y ponderados, luego con más prisa, mientras la urgencia y la lujuria volvían a reinar sobre de él, y la gana de llegar al orgasmo se hacía más apremiante.
Yuki gemía, casi gritaba, y empujaba sus caderas contra la suyas, en busca de un contacto mayor, como si no tuviera éxito de pararse.
Haru envolvió su erección con la mano, moviéndola pronto de manera rápida, ansiada, siguiendo a empujar dentro de él frenético, hasta que Yuki no tuvo más éxito de retenerse y llegó al orgasmo, inclinando la cabeza y dejándose llevar por un gemido más alto que los otros.
Haru siguió a moverse hasta que no fue mucho por él también, y se corrió dentro el cuerpo del chico.
Se quedaron así y luego, jadeando y tratando de recuperar aliento, sin mirarse en los ojos, Haru salió de su cuerpo, recogiendo su ropa del suelo y cubriéndose como podía, mientras se mordía un labio y osaba direccionar su mirada hacia Yuki.
“¿Qué significa esto?” le preguntó, consciente que fuera una pregunta que tenía que haber hecho antes de perder el control, antes que pasara el irreparable.
Pero aún estaba demasiado envuelto en la euforia del orgasmo, y aun tratando no tenía éxito de sentir la culpa.
“Yo... tenía gana, eso es todo.” Yuki bajó de la mesa, vistiéndose. “Y, entonces, ha sido útil, ¿no? Al menos entendí cuanto poco te importes de Kanako, si no es un grande problema para ti follar a su hermano a la primera ocasión disponible.”
Haru se salió los ojos.
La mirada en la cara de Yuki estaba de vuelta la misma, la llena de odio, casi mala, la que siempre le había visto desde hace que se conocían.
Entonces, ¿estaba todo allí?
¿Estaba para demostrar algo a sí mismo, a Haru, a su hermana?
“Vete.” murmuró, sintiéndose a punto de perder la calma para haber caído en esa trampa tan mal organizada.
Yuki sonrió, maligno.
“Siempre lo supe, al final.” le dijo, bajo. “Qué sólo eres un animal.”
Luego se fue hacia la puerta, tirándosela detrás, dejando Haru en el medio del cuarto, con el peso de sus culpas y nada para aliviar ese malestar que al final lo había alcanzado.
Y quizás Yuki no tenía razón.
Era un animal, ¿no?
Quizás todo que le había pasado, al final, no fuera la correcta punición.
Ahora sólo tenía otro pecado de expiar.